Un viaje de aventura es eso, de aventura, pero con cierto control y limitaciones…. si se te ocurre intentar viajar a la isla Sentinel del Norte, la cosa pasará de aventura a suicidio, aunque cada uno es libre de elegir su destino y hay gente a la que las emociones fuertes les ponen. También es cierto que tiene el tremendo atractivo de ser uno de los pocos territorios inexplorados que quedan en el mundo, con una población que nunca ha tenido contacto con nuestra civilización, ya que son tremendamente hostiles y atacan a todo aquel que se acerca a sus costas.
La isla es un pequeño pedazo de tierra de 72 km. cuadrados en mitad del Océano Índico que depende administrativamente de la India… pero sólo administrativamente. La isla, de facto, es independiente, ya que las autoridades indias han renunciado a tomar posesión del enclave y además han decretado una zona de exclusión a su alrededor, para preservar forma de vida autóctona de sus pobladores. Cualquier contacto contacto con el mundo exterior les haría muy vulnerables ante el posible contagio de enfermedades que ahí no existen. Más o menos como les ocurrió a los habitantes de las islas caribeñas cuando entraron en contacto con los descubridores españoles.
Que se sepa, casi nadie les ha visitado y ha vuelto para contarlo. Y digo casi, porque se han hecho a lo largo de la historia varios intentos para entrar en contacto con su población, resultando todos infructuosos. Cada vez que alguien se acerca, le reciben con flechas, lanzas y piedras. Los sentinelenses son descendientes de tribus de origen africano que llegaron a la isla hace unos 60.000 años. Conforman una etnia que ha estado completamente aislada desde entonces, con unos rasgos físicos peculiares y una forma de vida enclavada en la edad de piedra. Se sabe muy poco de ellos, hasta el punto que es muy complicado calcular su número, el cual se estima entre 50 y 500 habitantes.
En 1981 el carguero Primrose embarrancó en los arrecifes de coral de la isla. Los tripulantes observaron como 50 indígenas armados preparaban desde la costa unas rudimentarias embarcaciones para abordar al Primrose. Tuvieron que pedir auxilio por radio, siendo evacuados del territorio por helicópteros de salvamento. El barco quedó encallado en la costa y no se pudo recuperar, tal y como hoy en día aún se puede observar en la fotografía de Google.
En 2006 dos pescadores ilegales provenientes de la cercana isla de Adamán se acercaron a la isla para pescar cangrejos. Echar el fondeo en los arrecifes y después de la pesca, parece ser que empinaron el codo, se durmieron y acabaron en la orilla de la isla. No se volvió a saber de ellos. Alertados por su ausencia, las autoridades mandaron un helicóptero de reconocimiento, que vislumbró la barca rodeada de indígenas y los cadáveres de los pescadores a pocos metros de ella, semienterrados en la arena.
En resumidas cuentas, que aunque la visita para algunos puede resultar un desafío, no lo encontramos muy recomendable. Además de la obvia peligrosidad de la arribada a la isla, el hecho de que aún se conserve ahí una población indígena que no ha entrado en contacto con nuestra civilización globalizada, es una maravilla antropológica que hay que conservar a toda costa.
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