De Madrid a Nouakchott
(Las fotos de este viaje dejan mucho que desear en cuanto a calidad de imagen, ya que están escaneadas de viejos positivos de papel en bastante mal estado)
Iniciamos el viaje a Mali desde Madrid en dos vehículos; un camión Mercedes 4×4 y una vieja furgoneta, también Mercedes con doble rueda trasera. Cruzamos el estrecho por Algeciras y atravesamos, sin muchas paradas ni concesiones al turismo, Marruecos, ya que nuestro objetivo era el África transahariana y Marruecos era un país que ya todos conocíamos de sobra. Íbamos dos personas en cada vehículo. La velocidad de crucero era vertiginosa, en ningún momento, incluso cuesta abajo, el camión llegaba a sobrepasar los 80 km/h. Había momentos en los que me daba la impresión de que íbamos a invertir los 20 días previstos de viaje exclusivamente en conseguir salir del territorio marroquí.
Algunos de los pueblos marroquíes que veíamos desde la carretera, eran preciosos
Las lluvias habían sido muy intensas ese año y algunos de los parajes de desierto costero que pasamos, estaban completamente anegados
Al llegar a Dahkla, la última ciudad en territorio del antiguo Sahara español, actualmente ocupado por Marruecos, tuvimos que esperar a que se formara un convoy de vehículos que, escoltado por soldados marroquíes, recorrería los 200 km. que nos separaban hasta la frontera con Mauritania. Los vehículos del convoy, parecían sacados de la serie de dibujos animados de los Autos Locos. En cualquier momento podían apearse de uno de ellos Penélope Glamour o Pierre Nodoiuna.
Mis héroes, desde el primer momento en el que los vi. Cuatro chicos franceses embutidos en un Dos Caballos que debía de haber participado en la retirada del Marne
Esto es lo que yo llamo ingeniería alemana. Y luego dicen que somos los españoles los que improvisamos.
A su anciano piloto le llamamos «Kalvas». El Omar Sharif de Brandemburgo, con cierto aire de corruptor de menores.
Los locos y bulliciosos alemanes protagonistas de la historia «Unas Birras» publicada en este blog
Por fin entramos en Mauritania, después de unos absurdos y farragosos trámites en la frontera, tal y como suele ocurrir siempre en África. Cogimos una pista de arena que llaman «Carretera española» . Nos advirtieron de que no debíamos salir de la pista bajo ningún concepto. Cuando preguntamos la causa por la que no podíamos salir, nos dijeron que tras la primera curva lo veríamos. En mitad del desierto, a escasos metros de la pista, estaban los restos de un coche que había sido reventado por una mina.
Se pueden ver los restos del coche a la izquierda
Hicimos una parada técnica de avituallamiento y reparación de vehículos en Noadibou. Es impresionante el enorme cementerio de barcos que hay en sus playas. En la entrada del blog «El mayor cementerio de barcos del mundo» hablo mas extensamente de él.
Dejamos Noadibou para internarnos en un mar de dunas y arena en el que los vehículos avanzaban con dificultad.
En muchas ocasiones, teníamos que remolcar la «fregoneta»
Colocando el camión en posición para remolcar la «fregoneta» mientras ponían las planchas de arena
Aunque con la arena firme, a veces podíamos darle bastante caña.
Finalmente llegamos al Banc D’Arguin, una zona repleta de marismas y lagos y enormes extensiones de sal
Finalmente llegamos a la zona de playa y nos pegamos unos merecidos «baños de ola».
El resto de la pista hasta Nouakchott transcurría íntegramente por la playa. Más de 200 km.
Aunque no creáis que no había también algunas dificultades. Como este complicado paso entre unas rocas
En lugar de gatos o perros atropellados, en la playa te encuentras, por desgracia, otro tipo de animales
Finalmente, y tras varios días de desierto y playa, conseguimos llegar a Nouakchott
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