Nada más llegar a Nuadibú nos dirigimos a un hospital. El único que atendía a tal nombre, era un vetusto edificio montado con ayuda internacional, más con aspecto de clínica veterinaria uzbeka que de establecimiento hospitalario. Dejamos a Rafael con Adán, y Miguel y yo, a lomos de su moto, partimos a recuperar mi pobre burra abandonada en mitad del desierto.
Tras recuperar la moto volvimos apresuradamente a la ciudad, para saber que tal estaba Rafael. Cuando lo dejamos se hallaba consciente y nos reconocía sin problema. Seguía dolorido y desorientado, pero aparentemente su estado no revestía gravedad.
Lo encontramos de un excelente humor, algo por otra parte característico de él, con un brazo en cabestrillo, con algunas magulladuras en la cara y charlando animadamente con un médico mauritano. Le habían hecho una radiografía con un aparato ruso de rayos x, que debía de datar de la Guerra de Crimea y le habían dicho que no tenía nada roto, solo una conmoción y algunos golpes bastante fuertes. No estoy muy seguro como lo había deducido el médico tras mirar esa radiografía, porque la inspeccionáramos por donde la inspeccionáramos, a todos nos parecía un negativo velado, no se distinguía nada de nada.
De todas maneras los médicos tienen la facultad de ver cosas que al resto de los mortales se nos ocultan. Al volver a España, Rafael acudió a un hospital y, tras reconocerle, resultó que tenía dos costillas fracturadas y un esguince en un hombro. La parte positiva es que como en Mauritania no se lo detectaron, siguió viaje con nosotros y pudimos disfrutar de su presencia.
Tras las pertinentes curas, que a la vista de lo que en realidad tenía, no fueron tales, nos marchamos al restaurante del Hogar Canario, a pegarnos un homenaje de escándalo y así olvidar nuestros sinsabores. A pesar de los dolores de Rafael, la comida resultó estupenda y muy animada, e incluso nos permitimos tomar un par de botellas de vino. Mauritania es un país en el que se combina la sharia, la ley islámica, con la legislación civil, por lo que está terminantemente prohibido beber alcohol. Solo se hacen ciertas excepciones en restaurantes y bares de hoteles para extranjeros, en los que está terminantemente prohibido entrar a los mauritanos, no sea que a escondidas echen un buchito de güisqui.
Previamente habíamos buscado un albergue en el que quedarnos y poder dejar las motos. En el Hogar Canario nos recomendaron uno que tenía un amplio patio interior para poder guardar las motos. En cualquiera de los países por los que se realizó el viaje, recomiendo que los vehículos, tanto motos como coches o furgonetas, se pongan a buen recaudo en el mismo albergue u hotel o en un aparcamiento vigilado cercano.
Al día siguiente la actividad fue bastante intensa. Rafael no podía seguir con nosotros en la moto, por lo que tuvimos que resolver dos problemas; conseguir un transporte alternativo para que llegara a Nouakchott y enviar su moto de vuelta a España, ya que iba a intentar volver a nuestro país desde Dakar, después de haber disfrutado un poco más del viaje.
El asunto del trayecto hasta Nouakchott resultó sencillo, pues consiguió fácilmente un billete de avión con dirección a la capital para el día siguiente. Lo de la moto resultó más farragoso. Por suerte nuestros amigos del Hogar Canario volvieron a ser providenciales. Nos enviaron a una consignataria de buques, que tras ciertos trámites y después de embalar la moto convenientemente, la dejaron preparada para viajar en un contenedor con destino a Algeciras.
El resto del día, y a la vista de como habían variado las circunstancias, estuvimos decidiendo de que manera y porque camino podríamos llegar hasta Nouakchott. A causa del accidente de Rafael, se nos había albergado en el corazón la duda acerca de la idea original que teníamos, que era seguir la ruta por la playa pasando por el Banc D’Arguin. La ruta por la playa es más accidentada y difícil y además tiene muy poco tráfico, por lo que en el caso de tener dificultades, estaríamos prácticamente solos. La parte más complicada es la que discurre entre Nuadibú y la llegada a la playa. Una vez ahí, solo hay que estar atento a salir durante la bajamar, para que la marea no te pille a mitad de camino. Teníamos GPS, teníamos el track para llegar hasta Nouakchott, pero no las teníamos todas con nosotros. Aunque yo era contrario a la medida, decidimos, por aclamación popular, buscar un 4×4 que nos guiara hasta el parque y nos llevara gasolina de repuesto y los equipajes. A partir de ahí iríamos por nuestra cuenta y riesgo. Para mi, que ya había hecho el trayecto con anterioridad, sin ningún tipo de ayuda, era una concesión a la comodidad y una renuncia a la aventura y a la improvisación, pero por otra parte, esa misma comodidad de ir libres de equipajes y tener un coche escoba, nos permitía centrarnos más en la conducción más que en la orientación y arriesgar un poquito más. El encargado del albergue nos puso en contacto con unos mauritanos que tenían una pick-up y con los que, tras una larga y dura negociación, conseguimos fijar un precio razonable para el trayecto.
Durante las idas y venidas tramitando, buscando y curioseando por Nuadibú, conocimos a un español que había montado un hotel en la ciudad. Fue una pena no haberlo conocido antes, porque el establecimiento estaba muy bien. Para compensar, la noche previa a la salida, nos reunimos con él en la terraza del establecimiento y despachamos una exquisita parrillada de carne de camello. Lo recomiendo a todo aquel que tenga la oportunidad de poder probarlo, es exquisito, mientras te lo cocinen bien, y el animal no haya sido sacrificado el año anterior.
No pongo el nombre del sitio, porque según parece cerró al año siguiente para centrarse en otro hotel que había abierto en el interior del país, en un antiguo fuerte de la legión extranjera francesa.
Durante la jornada tuvimos tiempo para darnos una vuelta por las playas de la península y así tener la oportunidad de poder ver, en las costas de Nuadibú, el mayor cementerio de barcos del mundo, con impresionantes barcos varados, como el United Malika. Lo podéis leer en la entrada que escribí al respecto.
Mauritania
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